Esa clase de chica by Elizabeth Jane Howard

Esa clase de chica by Elizabeth Jane Howard

autor:Elizabeth Jane Howard [Howard, Elizabeth Jane]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1972-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Volver a casa y enfrentarse a Anne resultó ser mucho más fácil de lo que Edmund había esperado. Para empezar, se encontraba —⁠algo extraño en ella⁠— un poco bebida, y muy probablemente tenía algo de fiebre. Parecía sofocada mientras preparaba un ponche en una cocina inusualmente desordenada. Mitades de limones exprimidos se esparcían por todo el secadero, había azúcar moreno derramado y la botella de whisky estaba en la repisa cercana al fuego. Llevaba puesto su camisón de invierno.

—Hola, cariño —dijo Edmund besándola en la frente y enfrentando la situación general con una templada actitud que combinaba las disculpas con una sensación de no sentirse del todo responsable.

—Hola —dijo Arabella—, ¿cómo está Ariadne?

—Uno de los gatitos murió, pero he conseguido retirarlo. He intentado sacarla de tu cama, pero continúa volviendo allí con ellos. Por lo demás, todo bien. Creo que los gatos no son capaces de contar más allá de dos o algo así.

—Apuesto a que sí. Quiero decir, no creo que se trate solo de saber contar, ¿no? No todos los cachorros son iguales. ¿Qué estás preparando?

—Me empapé arreglando el jardín. —⁠Estornudó⁠—. Me temo que he cogido un resfriado. Será mejor que tomes un poco tú también si te has mojado.

—Buena idea —dijo Edmund—. A todos nos ha tocado el agua de una manera u otra.

—¡Yo me he calado dos veces! —⁠dijo Arabella alegremente⁠—. Una cuando Edmund me llevó a ver esa casa con un jardín fabuloso, y después cuando pinchamos.

«Oh, Dios —pensó Edmund mientras cogía los vasos y las cucharas para meterlas en ellos⁠—. ¿Qué demonios dirá a continuación?».

—Oh, así que fuiste de visita con Edmund —⁠dijo Anne⁠—. ¿Y viste al pobre y viejo sir William?

—No, no estaba. Casi llego tarde al almuerzo porque tuve que ir a ver a alguien por la mañana, y entonces me entretuve yendo de compras.

—Pensaba que llevabas otra ropa.

—Me volví a cambiar más tarde. Compré un bonito, pero poco práctico, traje pantalón blanco, que quedó absolutamente empapado. Así que entonces Edmund me tuvo que comprar este en Marks & Spencer. Pero luego me volví a mojar. Ya ves por qué tengo tanta ropa. Soy un desastre.

—Pero ¿qué pasó con la que llevabas cuando fuiste a Londres?

—Oh, la dejé en la tienda, no quería cargar con ella encima ni pensé en la lluvia.

—Te dije que iba a haber tormenta —⁠dijo Anne con un tono maternal que había desaparecido en los últimos comentarios.

—Bueno, tú también te mojaste.

—Fue absolutamente culpa mía. Tenía que acabar lo que estaba haciendo en el jardín. Ya está —⁠dijo empezando a verter (sin acertar) el ponche, que olía deliciosamente, en los vasos que había sacado Edmund.

—Debo ir a ver a Ariadne. Volveré en un segundo.

Cuando Arabella se hubo ido, Anne miró con más detenimiento a Edmund y dijo:

—¿Por qué no me dijiste que la ibas a llevar a comer? Quiero decir, no me importa lo más mínimo, pero me parece tan raro que no me comentaras nada al respecto.

—No sabía que iba a acabar invitándola. Ya sabes lo misteriosa que es.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.